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Mostrando entradas de mayo, 2011

CUESTIÓN DE PRINCIPIOS

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SUFICIENTE Si fui piedra soporté lluvia golpeé y rodé, rodé, rodé Si fui agua me resigné al cauce auné siempre en torrentes límpidos y frescos Si fui aire topé, cambié, me moví en viajes incansables fui respirable y alguna vez me corrompí Si fui fuego ardí solo dí calor e incendié sin miramientos ni piedad Haya sido esto o lo otro he vivido de acuerdo a creencias sabiendo que fui suficiente ante mi propia alma IDIOSINCRASIA Si yo creyera que la vida es apuñalar la espalda de cualquiera mientras me desgajo en sonrisas o cambiar de opinión  según el viento salvador que sople sin importar principio alguno Si yo lanzara piedras al espejo del pozo con sonrisa sardónica y fuera el mejor y único modo de existir más me valdría cortar mi lengua  y mis manos cegar mis ojos lanzar mis restos al abismo o reducirme a un puñado de ceniza con la esperanza de abonar la tierra y ser por un minúsculo instante un motivo de alegría Poem

EL ÁNGEL DURMIENTE

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Les comparto el poema que debió haber sido el epitafio de mi padre.  El ángel durmiente Como si no fuera suficiente solo vivir como si todo por un momento temiera y callara para atrapar la última esperanza ascendente Y ese rostro de dolor en el ángel durmiente Así se construye la vida: desatar tempestades para que las almas despierten La luz La luz sonroja el papel se estrella en los chillidos del gato y pringa el amanecer repleto de humores Salta en las rendijas y anuncia las probables inundaciones de invierno Se desmorona en el pasillo y revuelve la pelambre de un conejo aburrido en su propia calentura

El origen del placer

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El origen del placer Imposible sustituir tu sabia enseñanza primeriza Tus labios marcan los límites del placer inimaginable en las más esforzadas fantasías A quién recurriré en la hora última si no a tus manos Tu sombra me posee cuando evoco el origen del placer El desierto Venía desde aquellas arenas desde la sabana y el sol ahogaba Venía y me abalanzaba sobre mi propia sombra Mi sombra vacilaba mentía en su resequedad Sombra bailarina pequeña y reseca Doce de mediodía nos fundimos y nos amamos sobre meridiano Veníamos sedientas pidiendo un poquito de nube y ella descubría el verdadero aliento de la vida Difumina sus bordes sobre la tierra y escurre otra vez su oscuridad por la dorada y tersa piel

Poemas sobre la maternidad

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I Este breve e inmenso cielo gestado dentro de mí vio el horizonte  entre aullidos y maldiciones A sus colores recurro en todo tiempo para renovar esperanzas y llenarme del agua de su mirada Mi pequeño cielo ocupa el espacio del futuro y planta mi huella indeleble en el espacio de la vida II Vienes, vas en el mar de mi vientre Rebotas  en redondeces que crecen bajo un sol latente Ritmos cincelan miedo alegría amor El oleaje te alimenta con labios acuosos Llega el día hasta allí la vida en tu privado mar "Adiós sol latente: deseo ver el rostro que te pertenece" La tormenta se desata mientras luchas sin hilos que te conecten con el hogar Este mar vertido en río sale contigo hacia un mundo desconocido donde nada será como parece: La muerte redundará en tu vida y desde la vida irás hacia la muerte para buscar de nuevo ese universo marítimo a donde perteneces Tomados de: El amor de Yocasta (1997).

CERRO DEL CARMEN

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Crecí en una época en que las madres permitían que niñas entre los seis y nueve años formaran pandillas y deambularan solas en el parque cercano, durante las vacaciones.  Así que a las nueve de la mañana ya estábamos listas para recorrer de ida y vuelta todo el Cerro del Carmen, junto a otros vecinitos de nuestra edad, construyendo un sinfín de fantasías. Por ejemplo, un amate era la casa del árbol y allí trasladábamos todos los trastes de juguete, entre sus raíces nos sentábamos y nos sentíamos protegidas como entre cuatro paredes.  Otras veces, el reto consistía en escalar las partes rocosas alrededor de la iglesia, había que trepar con uñas y dientes y quien llegaba primero ayudaba a subir a los demás.  En otras ocasiones, buscábamos parejas de enamorados y a una distancia prudencial, nos escondíamos entre los matorrales. Desde allí les tirábamos pequeñas piedras y palitos para arruinarles el romance. Cuando hicieron el tanque de agua, imprudentemente, nos metíamos en los agujer