HICE LO QUE TENÍA QUE HACER
Hice lo que tenía que hacer. Cuando la tragedia me escupió de frente, no desvié la mirada, ni retrocedí en paso latente, la vi como lo que era: otro momento fugaz de una historia minúscula que no valdría nada al cabo de los siglos y de los universos. Hice lo que tenía que hacer. Cuando el llanto infantil se me deshacía entre las manos y ninguna explicación alcanzaba el tamaño de su tristeza. No me desmoroné en pedazos de emoción culpable, resistí para ser su roca y confié en que llegaría a ser su continente. Hice lo que tenía que hacer. Cuando no podía ceder a la decisión irresponsable que cumple con tradiciones ociosas que no llevan a ninguna buena parte. Tomé la decisión para cargar con ella durante cada segundo de mi vida y decir: soy arquitecta de este destino y es realmente mío. Hice lo que tenía que hacer. Con fuerza me negué a ser víctima y a ser humillada. La última de la fila, mantiene ante sí la dignidad, lucha y no se da por vencida, traga las quejas y amargu