HICE LO QUE TENÍA QUE HACER

Hice lo que tenía que hacer. Cuando la tragedia me escupió de frente, no desvié la mirada, ni retrocedí en paso latente, la vi como lo que era: otro momento fugaz de una historia minúscula que no valdría nada al cabo de los siglos y de los universos. 

Hice lo que tenía que hacer. Cuando el llanto infantil se me deshacía entre las manos y ninguna explicación alcanzaba el tamaño de su tristeza. No me desmoroné en pedazos de emoción culpable, resistí para ser su roca y confié en que llegaría a ser su continente. 

Hice lo que tenía que hacer. Cuando no podía ceder a la decisión irresponsable que cumple con tradiciones ociosas que no llevan a ninguna buena parte. Tomé la decisión para cargar con ella durante cada segundo de mi vida y decir: soy arquitecta de este destino y es realmente mío. 

Hice lo que tenía que hacer. Con fuerza me negué a ser víctima y a ser humillada. La última de la fila, mantiene ante sí la dignidad, lucha y no se da por vencida, traga las quejas y amargura y defiende su derecho a guerrear. 

Cuando se hace lo que se tiene que hacer, no hay aplausos de fondo, ni luces que guíen, solamente una convicción interna y solitaria que quema en su incólume claridad, que grita el dictado de lo que es necesario más allá de cualquier debilidad. 

Dedicado a Oscar Godoy e Ingrid Fuentes. 

Comentarios

  1. Gracias por este texto prima. Me fortalece y me llena de esperanza su lectura. Desde hoy lo voy a mantener presente en mi memoria.

    Un abrazo,

    JC

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  2. Gracias por tu comentario, Juan Carlitos. Es una condensación de lo que estamos viviendo en la familia. Siempre pensamos en ti y te extrañamos.

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