EL PÉNSUM DE LA DESIGUALDAD

Aunque ha quedado atrás el momento más álgido de la contienda, quiero expresar mi opinión sobre la reforma al pénsum del magisterio. Muchas voces se han alzado señalando que Guatemala es uno de los pocos países, si no el único a nivel latinoamericano, que no cuenta con maestros de primaria graduados a nivel universitario. Sin embargo, creo que estas personas no han reflexionado acerca de lo que significa modificar el pénsum de magisterio en un país tan desigual y excluyente como lo es Guatemala. 

Las escuelas normales son instituciones de mucha tradición y cierto prestigio en la historia de la educación guatemalteca que brindan la oportunidad a una cantidad considerable de jóvenes de niveles socioeconómicos vulnerables para titularse y optar a un empleo, que no necesariamente debe estar ligado a la educación.

Por ejemplo, en el campo de la literatura, muchas escritoras representativas del país han provenido de estas escuelas, para mencionar algunas, Isabel de los Ángeles Ruano y Delia Quiñónez. Estas escuelas aseguran una educación necesaria a jóvenes que luchan por no ser excluidos, por insertarse en una sociedad que les rechaza y que les es hostil en términos de oportunidades educativas y de empleo.

Estas grandes cantidades de jóvenes que abarrotan las escuelas normales se quedarían con las manos vacías si obtienen un bachillerato en educación que obviamente no les permitirá luchar por insertarse en el mercado laboral y que los condenará a pasar a formar parte de ese grueso de jóvenes, identificados en algunos estudios, que no trabajan ni estudian. Muy pocas familias de estos estratos económicos tienen la posibilidad de sufragar los gastos necesarios para que estos jóvenes continúen estudiando a nivel universitario. 

En este sentido, la propuesta del nuevo pénsum está desplazando la oportunidad de ser maestros a otros estratos sociales de nuestra sociedad y está condenando a los jóvenes y las familias que han optado por la educación pública de las escuelas normales a un mayor desempleo y desesperanza. 

La reforma del pénsum no propone ninguna medida paralela que permita que estos jóvenes tengan una salida educativa y de empleo que equivalga a la oportunidad que habían tenido hasta ahora, y en este sentido, el pénsum agravará la situación de desigualdad y marginalidad de estos jóvenes y sus familias.  En entrevistas a jóvenes que he realizado, me queda claro que la titulación de educación media no les resuelve muchos de los problemas que enfrentan, pero, por lo menos, es un arma con la cual pueden luchar y tratar de insertarse en el mercado laboral. 

Si esta sociedad quiere realmente mejorar la educación y reducir el clima de inseguridad existente debería volver a pensar en la forma en que se está dando esta reforma educativa, debería considerar abrir oportunidades cuando está cerrando otras, debería pensar e invertir en programas preventivos para jóvenes en las zonas vulnerables, en lugar de criticar a estos jóvenes que defienden, en definitiva, su derecho a educarse y a ser incluidos. 

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