Carta desde el encierro

A propósito de la cuarentena... 


Querida:

Mi vida diaria ya era muy parecida a esta cuarentena impuesta.  Así que este encierro decretado desde fuera es una práctica cotidiana de muy altos vuelos en mi existencia.

En el encierro descubrí momentos esenciales, por ejemplo, que las horas más largas están entre las 2 y 5 de la mañana y que es difícil calcular cuántos trastes puedes lavar en ese infinito tiempo; que los pájaros cantan a las 4 de la mañana y sus melodías parecen un mapa que te guía por un laberinto fuera de tus pensamientos que tal vez culmine su trayectoria con la luz del amanecer; que en la oscuridad, el pecho puede respirar con unas extrañas flautas cuyos pitillos disonantes forman una música difícil de acompasar con el latido del corazón.

Que el amanecer disipa las nubes de tormentas y que las horas de sueño entre las 4 y las 8 de la mañana son tan profundas y reparadoras como las que pudiste haber tenido, con mejor fortuna, en un horario normal. Que la gata usa siempre la misma pata para tocar mi mejilla y despertarme. Que la música, a veces, es tan estridente que bien vale un baile sobre el sillón, con karaoke incluido. Que lo que creías indispensable es algo de lo que puedes prescindir y, aun así, sobrevivir. Que el tic tac de los relojes no espera a nadie y que es necesario tatuarte la piel para no olvidar. Que mientras menos cosas, menos defensas, menos murallas y menos argumentos por los cuales discutir.

Que, si una vez luchaste, hoy es tiempo de transigir para encontrar esa paz que nunca encontraste en nadie, en ningún lugar, en ninguna victoria, porque solo habita en esa pequeña piedra entre el estómago y los pulmones, comprada a precio alto por tu libertad. Una libertad para decidir cómo vivir, en qué términos, bajo cuáles reglas. Porque el encierro no es un ataque a tu libertad. El encierro es una invitación a sentir de qué está hecha tu libertad. Los diálogos con gatas, perros y paredes a veces se desbocan, a veces surge la nostalgia por conversaciones amantes. Pero todo pasa, todo se aquieta, todo se calma. Y este pequeño instante en el universo también pasará.

Tuya,

   

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